Trepa por el barrote transversal que divide la verja en dos y se aúpa. Se sostiene a pulso durante un instante, tal cual un gimnasta en un ejercicio de anillas. Entonces, con mucho cuidado, pasa un pie entre los extremos lanceolados de los barrotes verticales y se incorpora, quedando a horcajadas. No puede permanecer en esta posición durante mucho tiempo. El hierro se le clava en el culo y le provoca un intenso dolor. Además, la superficie sobre la que está sentado es tan estrecha que en cualquier momento puede perder el equilibrio y caerse desde dos metros de altura o quedar ensartado.
25/11/09
19/11/09
La tienda de antigüedades del señor Primrose
Por dentro la tienda parece una trapería. O más bien la casa de alguien que padece el síndrome de Diógenes. Hay objetos de todo tipo amontonados por todas partes. Apenas puedo caminar por el estrecho pasillo que han dejado entre las montañas de cachivaches. El desorden es tal que tengo que moverme con cautela para no hacer caer nada si lo golpeo sin querer. Avanzando poco a poco, llego a la altura del escaparate y me detengo. Y justo en el momento en el que me pregunto dónde se ha metido el dependiente, alguien me saluda como si me hubiese leído el pensamiento.
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