Diez años de impotencia imaginando cómo Ihner sale a pasear todas las mañanas, cómo lee la prensa de su país en un banco del paseo marítimo, cómo se amodorra delante del televisor después de comer, cómo hace fotos de las puestas de sol tras las montañas de Vandellòs.
27/2/10
22/2/10
El claro del bosque (1)
Un ruido en el follaje los pone en guardia. Es un soldado de las SS, que entra en el claro por la izquierda. Pero no viene solo. Lo siguen tres mujeres. A primera vista no parecen prisioneras: están bien alimentadas y tienen un aspecto saludable. O tal vez sí. Tal vez sí son prisioneras. [...] Porque cuando advierten que han llegado a su destino se detienen y se quedan mirando el escenario con los ojos nublados por el pánico.

Fuente: Museo Estatal de Auschwitz-Birkenau
15/2/10
Francesc Boix
El fotógrafo se basa en la vida de Francesc Boix, el prisionero republicano que aprovechó su trabajo en el servicio de identificación de Mauthausen para esconder centenares de fotografías y negativos que más tarde se utilizarían como pruebas en los juicios de Nuremberg. Si bien el punto de partida de la novela es verídico, el argumento en seguida se adentra en el terreno de la ficción.

El resto de la entrevista, aquí.
9/2/10
El camino del cementerio
Así pues, la silueta se diluye, engullida por la noche. Reaparece al cabo de cuatro o cinco minutos que en realidad son cuatro o cinco segundos (ya que en la imaginación el tiempo no discurre a la misma velocidad que en la vida real). Es ese punto negro que se mueve dentro del cono de luz mortecina que proyecta la bombilla que alumbra la puerta por donde entran las comitivas fúnebres y los desconsolados familiares de los difuntos.
6/2/10
La familia de Ihner
En la última imagen que conserva de la escena —porque la última imagen antes de cerrar los ojos es la que se graba y perdura en el material sensible de la memoria más inmediata—, aparece la niña suspendida en el aire en posición horizontal a un metro por encima de la cabeza de su padre, y su padre, con la cabeza y los brazos en alto, preparado para recogerla cuando caiga, y su madre, al fondo, con las manos en las mejillas, observando a su hija con una exclamación en los labios y una expresión entre divertida y asustada en la mirada.

Fuente: Colección Pierre Durand
2/2/10
Una escena histórica (1)
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